EL ACCIDENTADO PASO DEL NIÑO COSTERO
Fenómeno dejó secuelas en las familias limeñas que buscaban agua hasta en las piletas de parques de Lima.

El Niño Costero llegó y se desencadenó la tragedia. Su llegada estaba prevista, todos sabían que vendría y nadie le tomó importancia.
El Niño Costero comenzó por el norte del país en enero de este año. Pasaban los días y se intensificaron las lluvias. Para los limeños, este fenómeno quedaba en las pantallas, seguían sin darle la debida importancia, total no les afectaba. Hasta que un día amanecieron inundados varios distritos de la capital. La tragedia se salió de las pantallas para trasladarse a la realidad limeña.
Desesperación, caos, desconcierto.
Lima es un departamento no acostumbrado a las fuertes lluvias. No está preparado en cuanto a infraestructura ni a población.
El panorama limeño era trágico: avenidas principales inundadas, desborde de ríos, casas y construcciones desplomadas. Pero lo que más afectó a la mayoría de limeños fue la escasez de agua.
El agua es vital y necesaria.
Distrito a distrito se fueron agotando los recursos. La gente estaba desesperada; en pleno verano y sin agua. Mi sector no fue afectado porque hay tanques, pero en mi zona de trabajo, Magdalena del Mar, pude observar el caos de la gente sin agua.
Fueron las semanas de las colas
Largas colas se instalaban desde horas de la madrugada en los parques principales donde llegaban camiones cisterna para abastecer de agua a la población.
Largas colas se formaban en los supermercados donde las botellas de agua estaban agotadas.
Negocio redondo
El aprovechamiento de los comerciantes con el alza de precios fue intenso. El kilo de limón se elevó de 4 soles a 40 soles; diez veces su precio normal. Otras personas agotaron el agua de las tiendas para venderla a precios excesivos.