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LAS PUTAS QUE NO QUISIERON SER

La prostitución es la única alternativa laborar que encuentran la mayoría de las mujeres transgénero en el Perú.

Monick y Sasha forman parte de las decenas de divas anónimas que conceden sus cariños en las noches de lunes a domingo a la avenida Nicolás de Piérola en el Centro de Lima. Ellas son mujeres transgénero que bajo el auspicio de la oscuridad ofrecen sus servicios sexuales a una cuadra del Local Central de la Universidad Nacional Federico Villarreal.


Su rutina laboral se inicia poco después de las ocho de la noche y termina cuando la luz del día a vuelto a tomar las calles. “Somos parte de la oscuridad porque nuestro trabajo es maldito y nadie nos trata como personas normales”, dice Sasha.

Sus rostros recargados de maquillaje y sus sonrisas fingidas ocultan el desagrado que su trabajo las produce. “Muchos pensarán que es fácil, no nos gusta trabajar aquí”, protestan en coro.


Entre carcajadas y lamentos aceptan la vida que les tocó vivir y los sueños que tuvieron que renunciar por ser transgénero. “Yo casi terminé la secundaria y quería ser profesora, pero mi familia dejó de apoyarme”, confiesa Monick. Ella es ecuatoriana y llegó a Lima hace una semana. No quiere contar a lo que se dedicaba en su país. “Eso no importa, mi amor, ahora estoy en Perú”, dice mientras se acomoda el ajustado vestido a rayas que lleva puesto.


Sasha es de Ate Vitarte y lo único que guarda de su distrito son los malos recuerdos. “Yo no terminé la secundaria, no me gustaba ir al colegio porque mis compañeros se burlaban de mí”, agrega, escribiendo su número de WhatsApp en el teléfono de una de sus compañeras.


Según una reciente investigación de la Universidad Cayetano Heredia, en Lima existen alrededor de 22,500 mujeres transgénero, de las cuales casi 16 mil encuentran en la prostitución su única opción de empleo.

“A donde vayamos, la gente siempre nos insulta y nos miran con asco”, manifiestan.

Desprotegidas

El Poder Ejecutivo, el 6 de enero de este año promulgó el Decreto Legislativo 1323 que permitía sancionar los crímenes por odio y la discriminación por orientación sexual e identidad de género. Sin embargo, el 5 de mayo la Comisión de Constitución del Congreso de la Republica derogó esta propuesta con 66 votos a favor y 29 en contra.


Las esperanzas que Sasha y Monick tenían de vivir sin miedos e integrarse a la sociedad, se escaparon de sus manos como sus clientes que en las noches las dejan de la soledad de un hotel de mala muerte, luego de un encuentro furtivo, sin más recuerdos que el dinero.

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