UNA ZONA NADA SANTA
La urbanización San Gabriel en el distrito de Villa María del Triunfo disfruta hoy de la modernización pero se enfrenta a diario contra la delincuencia.
Todos los días al amanecer, la tranquilidad en San Gabriel se rompe. El ruido de los motores de mototaxis, minivans y combis se pierde con el apresurado ritmo con el que los pobladores se dirigen a sus centros de labores. La mayoría se dirige a la estación María Auxiliadora del Metro de Lima ya que este medio de transporte es un escape al infernal tráfico que afecta a la capital en las llamadas ‘horas punta’.

‘San Gabo’ -como lo conocen sus vecinos- es una de las primeras urbanizaciones fundadas en el distrito de Villa María del Triunfo hace más de 50 años. Al igual que la mayoría de los ‘conos’, esta urbanización empezó como un inmenso arenal y con el paso del tiempo se fue modernizando hasta lo que es hoy.
De esta situación, se aprovechan los delincuentes de San Gabriel por las noches. Aprovechan la oscuridad de las avenidas José Carlos Mariátegui y Manco Cápac para interceptar a los usuarios del tren y robarles sus pertenencias. Los ladrones son conscientes de la gran afluencia que tiene este sistema de transporte, por ello encuentran en la estación María Auxiliadora, la oportunidad para delinquir.
A esas horas, es común ver transitar mototaxis con luces apagadas y sin placas de circulación visibles. Una gran parte de estos vehículos menores son usados por los delincuentes para asaltar. Después de las nueve de la noche, San Gabriel es tierra de nadie. Todos las mototaxis son sospechosas y cada vez que una va acercándose hay dos opciones: tratar de esconderse o arriesgarse y esperar no ser víctima de un robo.
Según las últimas cifras del INEI, durante el primer semestre del 2017, el 23% de limeños mayores de 15 años fueron víctimas de hechos delictivos. De ellos, solo la sexta parte denuncia el hecho en una comisaría. El delito más frecuente es el robo de celulares, carteras y dinero.
Pero los asaltos no son el único problema, a partir de las once de la noche, los vehículos menores también son empleados para venderle droga a los adictos de la zona. La modalidad es simple, los vendedores llegan en las motos y rápidamente entregan la sustancia ilícita a cambio de dinero. La acción dura menos de un minuto.
Las autoridades del distrito poco o nada hacen para enfrentarse a esta problemática. Paradójicamente San Gabriel ha tenido dos alcaldes nacidos, criados y residentes de la zona. En el 2015 inició su gestión Carlos Palomino, quien fue destituido por un mandato del JNE en febrero de este año tras dos años de gestión. Desde dicha fecha hasta la actualidad, el cargo de alcalde lo ocupa Ángel Chilingano, otro sangabrielino al igual que Palomino.
Pese a que la máxima autoridad en el distrito, por su cercanía, tiene conocimiento de la alarmante situación que viven los atemorizados vecinos, no se han tomado cartas en el asunto y se han priorizado temas como el cambio de color de postes, y el colocado de publicidad del nuevo alcalde.
Por ello es insólito encontrar durante las 24 horas del día, un patrullero de serenazgo en el jirón Santa Beatriz, la calle donde se ubica el domicilio del actual alcalde. En un área de 129 mil m², el único vehículo de vigilancia es éste y se encuentra estacionado allí todo el día.
En los últimos 5 años, San Gabriel ha cambiado mucho; las tiendas y negocios eran pocos y tenían varios años de funcionamiento. Adicional a esto, los establecimientos que se inauguraban duraban poco tiempo y optaban por cerrar. En la actualidad, hay pollerías, pizzerías, chifas, consultorios médicos y peluquerías.
Lamentablemente con el comercio también incrementó la delincuencia. Es muy bueno que se promueva la modernización del distrito, pero ésta debe ir de la mano con la seguridad de los pobladores, que merecen vivir en un ambiente de tranquilidad y armonía.