SOSTENIENDO EL SUEÑO DE UN PAÍS
El día que Aldo Corzo vio al Estadio Nacional como una piscina
Perú está a centímetros de ir al mundial después de 36 años. Y una voz autorizada para hablar de este certamen es justamente de quien se lanzó, sin importarle arriesgar su integridad física, al gras del Estadio Nacional como si fuera una piscina olímpica para provocar un tiro libre que culminó en gol frente a la escuadra colombiana. Hablamos del defensor y lateral derecho, Aldo Corzo, seleccionado y titular indiscutible de Perú, aunque él no acepte este elogio, que hacía un año no figuraba en la lista oficial del profesor Ricardo Gareca.

Aldo inició su participación en la selección peruana en el 2009 en la categoría sub-20.
Corzo, el actual jugador de Universitario, quiere llorar mientras canta el himno nacional por primera vez en su vida, pero allá en Rusia. Por el momento alista el aire que bien parece guardarlo en su voluminoso pecho. En octubre sí hay milagros, y un milagro para él es ser parte de esta renovación de equipo cuyo paradero final de este proceso eliminatorio es Nueva Zelanda.
El lateral peruano advierte que una de las virtudes de la selección peruana es nunca bajar los brazos. Confiesa que en la disputa frente a los “Cafeteros”, tuvo miedo porque Colombia iba ganando el encuentro y sentía que el mundial ansiado se les iba de las manos, sin embargo el equipo nunca se dio por vencido.
A sus 28 años sabe cómo administrar el balón y no necesariamente por haber cursado la carrera de Administración de Empresas en la Universidad San Ignacio de Loyola.
Aldo, es un tipo de espaldas anchas, su contextura parece de un gimnasta que todos los días levanta pesas. Lo hemos visto marcando a Messi hace dos semanas, a Neymar, Di María, todos monstruos del deporte. No solo estuvo a la altura, sino que apenas cometió errores, y eso se debe básicamente, a su obsesión por el trabajo y el esfuerzo.

Confiesa que desde chiquito jugaba los torneos infantiles en las playas de Asia y, mientras los demás adolescentes se iban al Boulevard, él les decía a los miembros de su equipo que había que concentrar en la casa. “Si tenía partido el domingo, desde el sábado ya argumentaba que había que descansar y dormir bien para estar frescos para el día siguiente”, recuerda.
Agrega que mucho tiempo el jugador peruano se ha malacostumbrado al deportista talentoso pero indisciplinado.
No sale con 'chicas reality', no es amigo de la noche, no lleva tatuajes, no usa extraños peinados y el poco tiempo libre lo invierte en hacer su tesis universitaria.
Aldo Corzo, el rudo marcador que hoy prefiere no distraer su cabeza ni su corazón hasta lograr el objetivo que él y 31 millones de peruanos desean: El mundial de Rusia 2018.
Espera tranquilo el próximo encuentro con Nueva Zelanda mientras se va preparando física y mentalmente para por primera vez alcanzar la más grande meta que se ha propuesto y que viene disfrazada de boleto directo a Rusia.