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EL VETERINARIO DE LOS POBRES

Pudo haberse dedicado a las letras y literatura como su antepasado, pero optó por el servicio a los animales desamparados.


Limeño de nacimiento. 42 años de edad, de los cuales más de 10 están dedicados a los seres necesitados más indefensos: los animales desprotegidos. Graduado de la Universidad Nacional de Ica. Sobrino de un famoso escritor peruano. Él es Francisco Bryce Lafosse, el veterinario de los pobres.

En los 10 años de Oasis, Francisco y su equipo han realizado más de 35 mil cirugías.

Su mirada se nota cansada pero con esperanzas de seguir salvando vidas. Cambió su barrio de Miraflores por un arenal en Villa El Salvador, amigos de la élite limeña por unos ‘peluditos’ de cuatro patas, hobbies y tiempos libres en clubes exclusivos por días ajetreados salvando más de 60 vidas diarias.


Recuerda que siempre estuvo rodeado de animales, pero con calidad de vida distinta a la que vio cuando hace 10 años fue por primera vez a Villa El Salvador y decidió quedarse ahí. Primero fue enviado por Vida Digna, una asociación animalista para hacer labor social, pero le pareció muy injusto ver las necesidades de un lugar así y que los pocos centros de atención cobraban muy caro o que ni siquiera eran especialistas veterinarios y que las personas dejaban de llevar a atender a los animales. Quiso cambiar ese panorama e instaló un “Oasis”, la posta veterinaria donde trabaja con 35 voluntarios más, le alegra ver que no está solo en esto y que ha podido contagiar su pasión y vocación por curar a los animales.


Al preguntarle por el cobro a los pacientes, dice que no hay forma que se cobren consultas, la mayoría de animales que llegan a simple vista ya están con algún mal. Apenas llega a cobrar el tratamiento por el costo de los medicamentos, pero si ve que el dueño no tiene los recursos hacen una “chanchita” o ven la forma de atenderlo. Luego se pone un poco más serio y dice que no se debe poner primero el dinero antes que la salud o el sufrimiento. “No se lucra con la salud”, recalca.


“Con tal de que el personal tenga su sueldo, Francisco se puede quedar sin cobrar, trata de hacer que todos se sientan bien”, comenta Julissa Castillo, su amiga y mano derecha del proyecto. A pesar de las necesidades, prefiere limitarse a pedir. Él dice que lo más importante es que los animales estén bien, haya dificultades económicas o no, mientras su posta funcione, él estará tranquilo.


Lo que más le enoja es la indiferencia, llegan muchos casos de animales abandonados en basurales o atropellados y dejados tirados en medio de la pista, afortunadamente buenas personas los recogen y llevan a su auxilio. Pero hay casos en que es demasiado tarde y ya no se puede hacer nada, eso es lo que más le entristece y se le forma un nudo en la garganta al recordar esos episodios, que lamentablemente ya es algo común, pero que aún no puede lidiar del todo.


A veces no tiene ni tiempo para acongojarse por la pérdida de algún animal, al instante llega otra emergencia y tiene que reponerse rápidamente para salvar a otro desprotegido. Siempre anda ocupado, un día normal en su vida es levantarse temprano e ir desde San Miguel hasta Villa El Salvador en moto, cuando llega ya hay cola de pacientes esperando su turno. A veces termina tan tarde que no le alcanza el tiempo para irse a su casa y se queda a dormir en la posta, compartiendo cama con Canela, una compañera de 4 patas que le acompaña desde el inicio de este Oasis.


Él disfruta lo que hace y tiene como meta difundir más y crear conciencia para que otros veterinarios sigan su ejemplo. Dice que es muy gratificante escuchar los ladridos y maullidos de felicidad o las caras de agradecimiento tanto de dueños como animales. Sabe que si en sus manos está curar a los desprotegidos, no duda en que lo hará.


Este es Francisco, un joven veterinario que vio la triste realidad fuera de la aristocracia limeña e instaló un Oasis en medio del desierto, una luz en medio de la oscuridad para los más olvidados. El hombre que, caracterizado por su sencillez, siempre defenderá a capa y espada la vida de los animales.



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